La convulsión febril es una causa de angustia para los padres pero a pesar de la afectación del cuadro, estas convulsiones no son perjudiciales para el bebé, no causan daño cerebral.
La convulsión febril es causada por una temperatura elevada(fiebre), desencadenándose con movimientos convulsos o rigidez, coloración azulada de labios, salivación excesiva, desviación de mirada y pérdida de conciencia con respiración ruidosa y sueño. Suele durar pocos minutos y luego recuperan el conocimiento aunque pueden quedar algo aturdidos.

Que el niño tenga una convulsión febril no significa que sea epiléptico. Alrededor de uno de cada tres niños que han tenido una convulsión febril tendrán una o más recurrencias pero esto no quiere decir que tengan una epilepsia.

Durante la convulsión los padres deben tratar de estar tranquilos y dirigirse a un centro sanitario para que el niño sea examinado. Poner al niño en posición lateral o boca abajo. No ponerle nada en la boca. No arroparlo. Observar muy bien lo que le ocurre para poder informar al médico que le atienda. Intertar controlar la duración de la convulsión (aunque en este momento de angustia para los padres sea dificil de controlar, se hará en la medida de lo posible).

En el servicio de urgencias controlarán la convulsión, controlarán la fiebre, le harán una batería de pruebas, lo tendrán un rato en observación y generalmente no necesita ingreso hospitalario.

El niño tras haber tenido una convulsión febril puede llevar una vida normal